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José Viera y Clavijo
José de Viera y Clavijo (Realejo Alto (actual Los Realejos), Tenerife, 28 de diciembre de 1731 - Las Palmas de Gran Canaria, 21 de febrero de 1813), escritor, botánico e historiador español, uno de los máximos representantes de la ilustración canaria.
Biografía
Aunque nació en el Realejo Alto, y fue bautizado en la Parroquia Matriz del Apostol Santiago su familia se trasladó al Puerto de La Orotava (actual Puerto de la Cruz). Estudió con los dominicos en el Convento de Santo Domingo de Guzmán de La Orotava, destacando en la filosofía escolástica que luego rechazaría. Su afición a la literatura fue temprana y ya componía versos de niño. La lectura de los discursos de Benito Jerónimo Feijoo le hizo un gran efecto y le inclinó al racionalismo de la Ilustración. Con tan sólo 14 años escribe su primera obra importante. En 1750 recibe las órdenes menores en La Laguna y poco más tarde las mayores en Las Palmas de Gran Canaria. Chocó con el Santo Oficio como pensador rebelde a la tradición y a los argumentos de autoridad. En 1756 se traslada con su familia a la ciudad de La Laguna para ejercer como párroco (1757-1770) en la iglesia de los Remedios. Es acogido muy bien en la alta sociedad tinerfeña, especialmente por don Tomás de Nava Grimón, marqués de Villanueva del Prado, en cuya casa montó una tertulia con Cristóbal del Hoyo Solórzano, Fernando y Lope de la Guerra y Juan Antonio de Urtusáustegui. De estas tertulias salieron los 50 números de una especie de gaceta confidencial titulada Papel hebdomadario, que no ha subsistido y que algunos consideran el primer periódico de Canarias. El acceso a la excepcional biblioteca del marqués le permitió leer a los grandes clásicos franceses y a los filósofos y moralistas como el marqués d'Argens, Fontenelle, Voltaire, Montesquieu y Jean-Jacques Rousseau. En 1763 comienza a escribir su Historia de Canarias. Se trasladó a Madrid en 1770 para publicar la primera parte de La Historia de Canarias. Allí debido a un amigo consigue el puesto preceptor del joven marqués del Viso, hijo único de don José Joaquín de Silva Bazán Meneses y Sarmiento, marqués de Santa Cruz de Mudela. En casa de este culto e ilustrado aristócrata, director de la Real Academia Española, recibió un trato afectuoso, de forma que realizó algunos viajes acompañando a los marqueses, por ejemplo a sus posesiones manchegas, experiencia que relató en su diario Viaje a la Mancha en 1774, que revela unas finas dotes de observación, un gran sentido del humor y, también, una gran hostilidad hacia las órdenes regulares, no en vano acababan de ser expulsados los jesuitas. En 1772 había ya publicado el primer tomo de la Historia de Canarias, obra muy documentada y que consideró la mejor entre las suyas, y el segundo un año más tarde; se cree que el marqués habría sufragado los gastos de impresión. En 1777 pasó a socio supernumerario de la Academia de Historia, a propuesta de su director Campomanes. Fue colega de Melchor Gaspar de Jovellanos como censor y como académico, padrino de Juan Meléndez Valdés y amigo entrañable del ilustre botánico Cavanilles, con quien sostuvo una correspondencia que se ha conservado y editado.
En 1779 fallece el joven y delicado marqués sin descendencia y en 1780 acompaña al marqués de Santa Cruz en un viaje en que visitaron París, Turín, Roma, Nápoles, Venecia y Viena, donde el anciano marqués se casó otra vez, y visitan después Alemania y los Países Bajos; Viera escribirá un diario de este último viaje. En Roma obtuvo documentos importantes para su Historia y, además, una dispensa eclesiástica para leer libros prohibidos. Aprovechó la estancia en París de casi un año para seguir conferencias y cursillos científicos, especialmente de química y física; asistió a la recepción de Voltaire en la Academia y conoció a Condorcet y a d'Alembert. Tras esta estancia parisina se renovó su interés por las ciencias a las que ofreció una intensa dedicación. En 1782 es nombrado arcediano de Fuerteventura en la Catedral de Canarias, en Las Palmas de Gran Canaria, y en 1784 abandona Madrid y se embarca en Cádiz con destino a Gran Canaria, de donde ya no se moverá hasta su muerte. En 1790 Antonio Porlier, miembro del Consejo de Indias, le ofreció varios empleos en Madrid que no aceptó. Vive bastante activo dedicado a las ocupaciones de su cargo, de la Real Sociedad Económica, del colegio de San Marcial y de sus trabajos literarios y traducciones. En 1797 conoce los relatos de la derrota de Nelson por el general Gutiérrez en su intento de tomar Santa Cruz de Tenerife. En 1799 escribe el Diccionario de historia natural de las islas Canarias y un año más tarde El nuevo Can Mayor o constelación canaria, colección de 13 octavas reales en las que elogia a los canarios ilustres. La publicación de su Historia de Canarias le acarreó numerosos disgustos. Murió en Las Palmas de Gran Canaria el 21 de febrero de 1813. Sus restos fueron trasladados a la Catedral de Canarias en 1860.
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